Alegría cada día.

¿A quién no le gusta que su hijo o hija se sienta bien? Con esta nueva entrada queremos ayudar a que los pequeños de la casa a despierten esa emoción de alegría, una de las emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la ira, la tristeza y la sorpresa. Es un estado de ánimo agradable y vivo, fresco y luminoso, generador de bienestar general, que produce altos niveles de energía y una disposición a la acción constructiva. Es un estado de ánimo que generalmente se manifiesta con signos externos por lo que puede ser percibido por otras personas, ya que quien experimenta alegría, la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos.


Y ahora nos preguntamos… ¿Cómo se despierta la alegría?

El arte, el amor, la ética son mecanismos de aligeramiento de la vida, un gran invento e intento para inducir, renovar y conservar la alegría humana, en lo que tiene de humana, de social. Sobre estos tres grandes inventos humanos proponemos ejercicios a los padres y educadores como ejemplo de formas para fomentar la alegría en los niños. A la comprensión e imaginación de los padres y educadores dejamos el ajuste de los ejercicios a la edad concreta del niño.

Ejercicios para mejorar la alegría a través del amor:

La necesidad de ser queridos es tan fuerte en los bebés, que se ha podido comprobar en los hospitales pediátricos que los bebés que eran sostenidos en brazos mientras se les deba el biberón engordaban más -tomando la misma cantidad- que aquellos a los que se les suministraba el biberón desde la cuna.
La necesidad de contacto físico del bebé ha hecho que en estos hospitales se introduzca como elemento curativo la figura de la madre.
Los niños necesitan sentirse queridos física y psíquicamente, de forma global y total en primerísimo lugar por sus padres, después por sus familiares cercanos, cuidadores y profesores. El amor es la gran escuela de la alegría de vivir.
El amor debe ser percibido por el niño a través de los cinco sentidos corporales: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Debe : acunar, mecer, acariciar, abrazar, masajear; el amor a los niños incluye miradas, sonrisas, mensajes, palabras, canciones; abarca desde el primer despertar al último sueño, incluyendo comidas, baños, bailes, paseos… Ejercicios para mejorar la alegría a través de la ética:
Decía Julián Marías que la ética es el tratado de lo mejor. Es, elegir en conciencia no lo bueno sino lo mejor. Y afirmaba “ser persona es poder ser más”. Todo niño sano desea crecer en edad y conocimiento. A ello, a este “ser más” a cada instante, se aplica con interés el bebé desde el primer día de vida.
El conocimiento en los primeros meses de vida se aprende por pura experiencia, a través del comportamiento propio y de la percepción del comportamiento ajeno, pero familiar.
Si los padres, y muy en concreto la madre, aplauden el buen hacer del bebé, sus logros y progresos, por mínimos que sean, son fruto del esfuerzo, el niño irá crecientemente gustando el hacer bien las cosas por el placer que suponen en conciencia y en aplauso. El sentido del logro inicialmente va unido al aplauso social, de forma que el esfuerzo de conseguir, ya sea agarrar el objeto deseado, gorjear, sonreír, voltearse, alzarse, sentarse, o dar el primer paso, suele ser con frecuencia anterior en tiempo y mas importante en intensidad, en los hermanos mayores que en los benjamines. Pero una vez establecido el mecanismo de autosatisfacción por el esfuerzo realizado, sin necesidad de público, ni del consiguiente aplauso, el niño vuelve a intentar a solas agarrar, sonreír, voltearse…Y cuando lo consigue se ríe feliz, él solo con su logro a cuestas.
En este mecanismo, tan sencillo como primario, se encuentran encerrados muchas claves para la felicidad posterior de cada persona, de su capacidad para sobrellevar las inclemencias de la vida y de su resurgir tras una derrota.
Música
El niño desde el vientre materno comienza a sentir la vinculación entre el ser humano y el apasionante
mundo del ritmo y los sonidos. El niño en el vientre materno se encuentra inmerso en un ambiente sonoro acuático: percibe la voz de la madre, su respiración, los latidos del corazón, el flujo sanguíneo, las palabras, la música y el ruido exterior atenuados por el líquido amniótico.
Una vez nacido su oído percibe el silencio de la soledad, los pasos, las palabras y la música lo sigue acompañando a través de nanas y canciones de cuna desgranadas a cualquier hora del día, las cuales acunan también esperanzas, miedos, sueños o proyectos sin que importen la tonalidad, el registro, o la afinación del intérprete.
A través de ese repertorio vocal inaugural, aprenderá que la música no es sólo una sucesión de sonidos. Por la canción elegida y la forma en que esta es cantada, intuirá inconscientemente cuando en su madre se alternan la angustia y la alegría.
También aprenderá que la música y el canto, aún el más rudimentario, no son sólo pasatiempos, sino, alegría, alivio y consuelo.
En los ejercicios se puede distinguir entre la pura audición y la intervención del niño, que podrá ser en acompañando el canto y/o con instrumentos de ritmo (crótalos, castañuelas, triángulo, maracas, pandereta…)
 
Un saludo.

Irene Garrido Ortega & Zaira Vallés del Barco.

 

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